Que ganas de abrir los ojos y de pronto despertar en medio de una brisa con olor a sal, mirar al cielo y ver esas nubes de algodón danzando por el cielo azul, gracias al viento que mueve olas, el cual con s
us numerosos movimientos humedece a la calida arena que quema mis pies, en un calido día de sol.
Que ganas de poder estar sentada en mi toalla mirando el mar, ese que con sus misterios me tranquiliza, el que con su afectuoso abrazo rodea las piedras hasta bañarlas por completo con sus aguas. Deseo poder caminar descalza por la arena para que este misterioso mar también refresque mis pies.
Que ganas de olvidar, porque este lugar mág
ico es el único que te hace olvidar, que simplemente sabes que vives un día, ni siquiera sabes que día es, que fecha o que hora, tan solo te llama a disfrutar cada momento como si fuera el ultimo de tu vida.
Que ganas de no poder diferenciar entre martes o sábado, tan solo lo descubres por la cantidad de gente que se encuentra allí, si es sábado sabes que en la noche las fogatas serán enormes y existirá una cantidad inmensa de personas a su alrededor, pero el domingo la gente retorna a sus hogares y tu ahí te quedas, sólo existiendo.
Que ganas de llegar a la casa con los pies llenos de arena pegada, entrar a tu hogar y ducharte para poder salir en la noche, y tan solo saber que los únicos canales que puedes ver son los nacionales y eso es suerte, porque solo se ven 3.
Que ganas de caminar con tus amigos por las calles de ese místico lugar, donde el camino se acorta por medio de alambres de púas, con el típico “pasa tu primero y yo levanto el alambre”, no falto la vez que te quedaste enganchado y rompiste algo.
Que ganas de que el mayor entretenimiento es un lugar donde puedes jugar videos como el Street figther, el pacman o el monito de nieve, el taca-taca y la mesa de pin-pon.
Que ganas de que digan “bajemos a la fogata” y todos caminen en masa hacia la playa, claro todos afirmados de los brazos porque en el camino no se ve nada y nunca falta el que se saca la mierda. Todos buscando el lugar perfecto en la arena para instalarse a tomar, conversar y reírse un rato.
Que ganas de que el único lugar para comprar copete sean los clandestinos, y sus nombres siempre los recuerdas, por ejemplo: la pangalina, la kuky y el chuki. Donde el copete codiciado por todos es la garrafa de vino de 5 litros, a bajo precio y con los ingredientes más increíbles del mundo como la mermelada, el jugo o la bebida de dudosa reputación.
Que ganas de llegar a la casa a las tantas de la madrugada, pasado a humo de fogata, con kilos y kilos de arena en los pantalones, las zapatillas llenas de tierra, porque las calles en las que se transita son solo de ese material.
Que ganas de estar lejos de todas las cosas modernas, de saber que nunca veras un computador y menos Internet, de que el único teléfono cerca es tu celular y si teni plata, porque sino el minuto te sale un ojo de cara, que ganas de que pase mucho tiempo sin saber de la civilización.
Que ganas de poder estar en siempre en ese lugar donde nuestra vida cambia o por lo menos la mía, donde nos damos cuenta de tantas cosas, donde nos olvidamos de todo y tan solo deseamos vivir, abrir nuestra alma y desear lo imposible.